Traviesa rubia espera

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Traviesa rubia espera

Traviesa rubia espera

En un restaurante abandonado al borde del camino, una camarera rubia y tetona revela su aventura vida sexual. Comenzando su mañana en el auto de un cliente, inmediatamente comenzó a montar su polla. Mientras el niño yacía en el asiento trasero, la camarera con curvas trabajaba hábilmente en su eje, causándolo con cada rebote. Sosteniendo sus senos grandes y firmes, aumentó su emoción y ella saltó fervientemente sobre él. Lo giró, penetrando su coño se extendió. Empujando enérgicamente, él llegó al final mientras ella le golpeó su gran y firme trasera con la mano y apretó sus suculentos senos. Los fuertes suspiros de placer resonados por el estacionamiento, pero la travesura camarera, perdida en los encantos salvajes del sexo, no prestó atención a los alrededores. Su coño peludo se mojó más y lo disfrutó todo mi corazón mientras el niño variaba hábilmente el ritmo, siempre dejándolo de antemano. Después de un buen ejercicio para el cachorro, la rubia tetona se giró para hacer una merecida mamada. Él embistió su gran polla hasta el fondo de ella, la complació con su gruesa carne. Lo tragó ansiosamente, babeando sobre su polla, deseando más. Incapaz de durar mucho, ofreció su semen a sus dos grandes tetas para jugar, llegando al clímax sobre ellos y bañándolo en su liberación. Después de terminar, la camarera regresó al restaurante como si no hubiera pasado nada. Sin embargo, sus acciones no pasaron desapercibidas por su colega, quien conocía las tácticas de su promiscuo amigo para ganar un consejo importante.
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Le encanta mirarla mientras seduce a los clientes, incluso en presencia de sus parejas. La rubia tetona no lo duda, aunque los niños que les gustan están con otras mujeres; Anhele a las nuevas emociones sexuales mientras trabaja. Mientras observa a sus posibles víctimas, estos ninfómanos intuits a primera vista que quiere follarla allí mismo. Ella está dotada de la sensibilidad necesaria para sentir la polla. Una vez, con una señal sutil, hizo un niño que estaba con su novia para ir al baño. Tan pronto como lamenta ir al baño, encontró a la camarera explosiva, listo para llevar su polla a la boca sin dudarlo. Mientras lo acariciaba y masajeaba sus bolas, su polla se endureció al instante. La camarera desnuda y ardiente hizo una garganta profunda, saboreando cada centímetro de su virilidad. Regulando su glande y ocasionalmente tragando su pene a su garganta, se deleitó con el acto. El niño no pudo soportar esta actuación fenomenal de la camarera perfecta durante mucho tiempo y alcanzó el clímax en su boca, incapaz de controlar. Como un gesto de despedida, la rubia traviesa se tragó todo y le dio un beso jugoso, enviándolo nuevamente a su trabajo. Su colega, que había observado la escena a través de la puerta de Ajar, observó con entusiasmo y quería probar lo que estaba haciendo su travieso colega. Ahora había aprendido el arte de seducir a clientes cachondos que, además del café y el pastel, podían servir a los dulces coños de camareras complacientes.