Flaquita quiere experimentar mi enorme polla

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Flaquita quiere experimentar mi enorme polla

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Era consciente del rumor que atravesó mi vecindario y comenzó a sentirme agradecido por ello. Cada vez más adolescentes se han acercado a mí, coqueteando y golpeando sus pestañas. Al principio, solo consumí la confusión, pero después de quedarme con una niña, y después de llenarla de nada más que placer, confesó que escuchó que tenía la polla más grande del vecindario y que tenía que verlo por sí misma. El rumor era cierto, no me malinterpreten. Su pequeña figura me intrigó, y después de hablar, la llevé a mi sala de estar, prácticamente rezando para que yo la follara. Era delgado y bastante plano, con un buen culo. La pequeña rubia se quitó los pantalones cortos y las bragas y ya no podía controlar. La arrastré al suelo y ella me miró con sus hermosos ojos, haciéndome meter mi gran polla en su boca. Su pequeña boca llevó mi eje dentro de ella, dejando que su saliva gotee sobre sus tetas turgentes. Fue un programa que valía la pena contemplar, pero tan pronto como lo tuve en el suelo, empujé hacia atrás en el sofá, a cuatro patas. Empujé la cabeza de mi polla dentro de su pequeño y apretado agujero. Al fondo con un fuerte empujón, haciéndola gritar de placer. Poner mi polla en tu coño apretado y húmedo, derramándola una y otra vez, follándola con fuerza y ​​profunda. Entonces la pequeña rubia estaba en mi regazo. Una niña pequeña y bonita empujó hacia mí, dejando que mi barra la llenara y estirara. Tenía su clítoris perforado, y mientras estaba guiado sus caderas, para hacerme montarme más fuerte, pude sentir el metal dentro de su toque contra mi punta. La sensación me puso increíblemente cachondo, así que me levanté, con ella todavía en mi polla. Sus piernas estaban envueltas alrededor de mis grandes brazos y empujados dentro de ella con poder, duro, duro y áspero, mientras se lo merecía, sin detenerse hasta que los orgasmos terminaron para ceder.